Todos habréis visto a estas alturas, una y otra vez, las imágenes de la agresión a Il Cavaliere en Milán (la ciudad de las gomas de borrar). Las han puesto desde todas las perspectivas posibles, a diferentes velocidades, en blanco y negro, en panorámico…Sí, un desaprensivo ha osado mancillar el impávido rostro dil tutti poderoso primer ministro del país de la pasta…y si está en negro mejor. El polifacético dirigente no está acostumbrado a que le planten cara, y esta vez le han plantado una estatuilla en ella.
Es posible que Silvio Berlusconi, el único italiano que puede considerar las fiestas de Rocco Siffredi un aburrimiento, no sea el dirigente político modelo. Es famoso por sus salidas (si, esas también) de tono, sus chistes ofensivos, su descaro, sus problemas con la justicia, sus infidelidades…pero qué sería de nosotros y del humor sin su persona. Y es que el también dueño de Telecinco (cuantas cosas explica eso) es todo un personaje. Parece hacer y decir siempre lo que le viene en gana, sin reprimirse, y sin consecuencias para su imagen pública.
O eso pensábamos hasta que un loco (esto es literal, y aprovechamos para desmentir su relación con este blog) se acercó a Don Silvio y le arrojó una miniatura de la Catedral de Milán (no encontró nada con más picos parece), haciendo literal aquella frase de: Con la Iglesia hemos topado.
Según algunas versiones, tras impactar en la brillante dermis facial de Silvio, la miniatura golpeó también al agresor, debido a que la tensión derivada de los diferentes liftings provocó que la imagen rebotara con fuerza, lo que permitió a los guardaespaldas una rápida captura, pero esta versión está sin confirmar.
Resumiendo, que al amigo Berlusconi le han dado mambo del bueno (no, esta vez no voy a meter un chiste sobre sus fiestas), pero al trastornado que ha cometido tal fechoría le quedan días más duros que los nudillos de Bud Spencer.
No se extrañen si en un corto plazo de tiempo el sujeto aparece en el fondo del río Po con suficiente cemento en los pies como para levantar cuatro bloques de viviendas y…¿saben qué? se lo merece. Imagínense si hubiese dañado alguno de los carísimos y engominados pelos que Il Cavagliere lleva insertados en el cuero cabelludo, una catástrofe mundial, un desastre que pondría el grito en el cielo del mismísimo Llongueras (con semejante voz, verle gritar debe ser cuanto menos curioso).
Le han partido la cara, sí, una cara en la que hay más millones invertidos que en Wall Street, lo cual viene a demostrar que no la tenía tan dura como decían (la cara digo, pervertidos) pero dentro de poco volverá con una nueva (¿se la hará el mismo cirujano de Belén Esteban? ) y probablemente con más chascarrillos obscenos, más problemas judiciales y más amantes descerebradas.
Eso sí, desde aquí queremos condenar fervientemente cualquier acto de agresión, sobre todo si es a un referente para todo aquel que se precie de ser un buen sinvergüenza, tramposo y excéntrico, requisitos que han de cumplir quienes se interesen por estas letras.
¡Ay! Cavaliere…ahora sí que sabe lo que es el Mambo Italiano.